TÓXICOS Y LASTIMEROS ARGUMENTOS PERUANOS

Recibimos con alguna frecuencia, aunque cada vez más lejanas,  notas de peruanos en torno a nuestra posición sobre la Guerra del Pacifico, especialmente cuando nos referimos a su héroe máximo, colocando en entredicho su actitud de caballero y héroe.

Generalmente vienen mal escritas, provistas de argumentos enrevesados que ni ellos mismos entienden, (aunque deben saberles a mieles), con abundancia de explicaciones que no explican nada, siempre buscando el rodeo y jamás adentrándose en el tema mismo.

Es decir, en el meollo del asunto.

Poseen, para esta acción,  una labia verbal disparatada que casi alcanza a nuestros vecinos, allende la cordillera,  pero, al contrario de ellos, acá se les nota más pusilánimes, quejosos, victimizados, ignaros, pequeños, con mucho lloro por la derrota y carentes de una mínima capacidad para enfrentar hidalgamente el asunto.

Son los reyes del circunloquio y el odio  parido hacia los chilenos.

Con seguridad han dado más de un lectura a nuestras crónicas históricas y si bien no son  dechados en perspicacia y erudición, se las arreglan para parecerlo. Creemos, asimismo, que de tanta lectura comprobaron que allí no hay nada ficcionalizado y solo nos atuvimos a la reunión de datos, estadísticas, números, todo obtenido de las historias chilenas y de algunas incaicas. Del resultado de  todo eso, naturalmente, no somos culpables.

En el fondo, desmitificamos ciertos combates y héroes.

Cuando los enfrentamos y solicitamos que respalden con argumentos sólidos sus imprecaciones, nunca responden derechamente   (prefieren el silencio) y, si lo hacen, no cogen nada explícito, sino hablan hasta por los codos explicando y explicando, sin referencias y haciendo uso de un inexplicable desprecio hacia todo lo chileno. Incluso, nos invitan a informarnos. Lo hacen con un desdén manifiesto, demostrando una aparente superioridad. ¡Ay Señor!

Es lo más recurrente.

En verdad,  quienes carecen de información son ellos, simples robots que bebieron las argumentaciones falaces y tendenciosas que la mayoría de los historiadores peruanos inocularon en sus libros y mentes en la escuela (si es que fueron o  solo pasaron por la puerta, más lo último que lo primero)

Eso no es una falacia, pues rige hasta hoy.

Casi todos, porque hay honrosas excepciones, repiten la misma cantinela: dos países contra uno (tienen una fijación con Inglaterra remarcable), cinco barcos contra uno (Angamos, donde venció el Cochrane al Huáscar), mejor armamento que el de ellos, mejor caballería (eso es cierto), barbaridades cometidas sobre su gente (olvidan adrede  las suyas, especialmente en Tarapacá y La Concepción), incluso nos hablan de la Patagonia (?); mencionan el paseo del Huáscar por costas chilenas durante seis meses (lo encuentran notable, no obstante  no atacó ninguna nave de guerra chilena y les permitió limpiar fondos), resaltan la caballerosidad del marino incaico con la viuda de Grau, olvidando expresamente la misma que tuvo Latorre con su “héroe”, tanto en cubierta como en el entierro, acto que “el caballero de los mares”, sin embargo,  no tuvo con el Héroe Arturo Prat, dejándolo botado en el muelle de Iquique. Tratan de “valiente” a Grau por vencer a un buque inmóvil. Sin embargo, tratan de “cobarde” a Condell por dispararle a la Independencia inmóvil (?). Justifican las huidas del Huáscar del Cochrane y Blanco como estratégicas. No recuerdan, por cierto, los enfrentamientos con la Magallanes , quien nunca huyó y le hizo frente y un largo etc. Agregan, y eso es una constante en sus historias, ¿Qué distinto habría sido todo si las condiciones hubiesen sido  diferentes?.

Algo así como  si mi abuelita no hubiera muerto, hoy estaría viva.

A ratos parecen pueriles con sus epítetos, incluso ingenuos, (cuesta distinguir si son adultos o imberbes)  prima la ignorancia supina de todos, la cual, como sabemos, es atrevida. ¡Y vaya que son atrevidos!

Además, obviamente, son dueños de una escogida mediocridad.

No le creen a ningún historiador chileno, lo cual es entendible, porque nosotros tampoco creemos en los suyos, sin embargo, se basan en sus textos para atacar, desvirtuando e inventado. Patéticos. Sus historiadores son los gurúes, los únicos que tienen la verdad absoluta y no les arredra tanta derrota, incluso con capital hollada por el enemigo y pérdida de territorios, sino se asilan en las posibilidades que pudo ser…y no fue.

Bonita manera de justificar los colapsos.

Uno de las frases más repetidas para tratarnos – además de historiador entre comillas (tranquilos, no lo somos y lo dijimos siempre) – es motejarnos  de anti-peruanismo, olvidando que sus decires, cuando nos atacan, corren por los mismos senderos, es decir, son anti-chilenos. Respondemos que nuestra actitud representa exactamente el mismo porcentaje que ellos sienten  por nosotros.

O sea, equiparidad plena. Así nadie pelea.

No obstante ello, les cuesta entender algo tan simple y prefieren refugiarse en la intolerancia absoluta, como miembros de  secta.

Nunca han respondido nuestras preguntas básicas, como por ejemplo, ¿a quiénes venció el almirante?, ¿Cuántos los combates que ganó?, ¿en qué se basan para erigir a su héroe en un pedestal? (que es de barro), porque, en verdad, no contiene ninguna condición para ser tildado pomposamente de héroe. Mencionan Angamos. Allí, mientras huía (signo de «valentía» para los peruanos), perdió la vida en una acción sin tinte heroico, más bien lamentable. ¿Cuál es la grande hazaña que lo hace merecedor a ese calificativo?

Silencio en la noche.

La figura de Prat y su heroica gesta, en condiciones deplorables, aplasta  cualquier supuesta proeza que el incaico pudiera pretender.

Pero es luchar contra una muralla pétrea y negruzca. Vence el resquemor generalizado.

En fin, frente a la ausencia de argumentos contundentes que presuntamente podrían avasallar a los nuestros,  hemos optado por el silencio o el bloqueo. No vale la pena discutir con ignaros intolerantes que no asumen sus derrotas y carecen de una mínima dignidad para reconocer sus fracasos. Además, ¡son tan repetitivos y predecibles!

Así no se puede.

ARTURO FLORES PINOCHET 2020