TRES GRANDES: COCHRANE, CONDELL Y LATORRE

A riesgo de parecer majaderos, insistimos sobre el olvido pertinaz que las historias chilenas han tenido con los que consideramos los más grandes marinos chilenos en sucesos bélicos, con la debida reverencia a Arturo Prat, por supuesto.

El ejemplo más claro es la conmemoración del Combate de Iquique, donde se elevan loas y ditirambos a Prat, muy merecidos por lo demás, y se relega  la formidable y productiva gesta de Carlos Condell con la Covadonga, eliminando el 50% de la armada enemiga.

Habrá explicaciones, sin duda, pero el acontecimiento no la admite.

Fue una victoria inmensa y en Chile, al parecer, a los victoriosos le “tiran”  la chaqueta hacia abajo, vulgo “chaqueteo”, para que no se empinen sobre el nivel de la mediocridad.

El otro notable caso es Juan José Latorre. Públicamente no se le ubica mucho. Sin embargo, fue el que derrotó al Huáscar y con ello sepultó a la armada enemiga. Además, el barco comandado por Grau, nunca pudo vencerlo, incluso cuando Latorre dirigía la frágil Magallanes.

Volvamos más atrás. Tiempos de la independencia. Thomas Cochrane llegó a Chile, para hacerse cargo de la naciente armada chilena. Fue motivo de gran alborozo, pero también de compungimiento: ¡Un Lord inglés en Chile! ¿Dónde lo ubicamos?¿Qué hacemos con él? Estaban complicados los compatriotas. Posteriormente, el Lord tuvo brillantes actuaciones a nivel bélico contra España y sus naves. La captura de Valdivia y la Esmeralda (en el Callao), entre otras, fueron largamente aplaudidas por los habitantes de este país.

Además, borró a la armada española del mapa.

¿Qué pasó después? Le ocurrió el mal que aqueja a los que surgen, victoriosos y valientes: la envidia. Partiendo por San Martin, siguiendo con O’Higgins y Zenteno y terminando con Monteagudo, todos de la tenebrosa Logia Lautarina, (la misma que ordenó asesinar a Manuel Rodríguez y los hermanos Carrera), le hicieron la vida imposible al almirante y éste, poco acostumbrado a esas pequeñeces, enrumbó hacia otros destinos.

He ahí, en forma sucinta, la glamorosa epopeya de dos marinos chilenos y uno extranjero que dieron a la patria honor y gloria, pero que, sin embargo, la historia oficial se encargó de minimizar sus resultados, quedándose en el sufrimiento, el dolor y las pérdidas humanas antes que el honor y la gloria.

Este es un tema sobre el cual hemos hablado mucho. Debe ser que detestamos la omisión de los verdaderos héroes y sus hazañas y no nos conformamos con su olvido.

El que tenga oído, que oiga; el que tenga ojos, que vea.

ARTURO FLORES PINOCHET mayo 2022